Dos ripenses cruzan el Estrecho de Gibraltar a nado y se suman al desafío internacional de los Siete Océanos

Dos ripenses cruzan el Estrecho de Gibraltar a nado y se suman al desafío internacional de los Siete Océanos

No todos los días se puede decir que se ha cruzado a nado el Estrecho de Gibraltar. Mucho menos que lo hayan hecho dos vecinos de Rivas Vaciamadrid, ya veteranos, que decidieron el pasado mes de mayo llevar su pasión por la natación a un nuevo nivel. Ignacio Tamayo Estebaranz, de 59 años, y Fernando Cayetano Martín, de 64, se suman este año a la reducida lista de personas que han logrado completar una de las travesías más simbólicas del planeta: los 16,8 kilómetros que separan Europa de África a través de las agitadas aguas entre Tarifa y Marruecos.

Ambos se lanzaron al mar el pasado 16 de mayo de 2025, y tras cuatro horas y 41 minutos de esfuerzo ininterrumpido, consiguieron tocar roca marroquí en Punta Almansa. Desde este verano, sus nombres se unen al grupo de deportistas de Rivas que han cruzado el Estrecho, una hazaña que se enmarca en el reto mundial de los Siete Océanos, equivalente en natación a las Siete Cumbres del alpinismo.

Lo hicieron acompañados por una embarcación de apoyo, siguiendo el protocolo de seguridad establecido por la Asociación Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar (ACNEG), que certifica oficialmente cada travesía. Equipados con trajes de neopreno, partieron desde el faro de la Isla de las Palomas, en Tarifa, en un día soleado y con condiciones marítimas relativamente favorables.

Un reto personal lleno de simbolismo… y salitre

La historia de esta travesía es también la de una espera paciente y una determinación que no se rinde. Ignacio y Fernando se apuntaron por primera vez en 2018, pero la elevada demanda y las limitaciones meteorológicas les obligaron a posponer el intento durante años. En 2024, su turno finalmente llegó, pero el mal tiempo les impidió lanzarse al mar. Recién este 2025, pudieron cumplir su sueño: “Estar en medio de todo ese mar, en esa inmensidad, a un lado África y al otro España, es algo que no se olvida jamás”, relata Ignacio.

Durante la travesía, se enfrentaron a uno de los principales desafíos del estrecho: las fuertes corrientes cambiantes. “A mitad de camino, el mar nos empezaba a desviar y nos dijeron que, si no apretábamos, no llegaríamos. Fue el momento más crítico”, explica Fernando. Afortunadamente, la corriente cambió a su favor y pudieron redirigirse hacia su objetivo.

Cada hora hacían breves pausas para tomar bebidas isotónicas y geles energéticos, sin agarrarse nunca a la lancha de apoyo —lo que provocaría la descalificación—. El cansancio físico fue intenso, pero el componente emocional fue aún mayor: “La llegada fue muy emocionante. Aunque el mar estaba en calma, el oleaje era constante. Y la costa africana, aunque visible desde el principio, parecía no acercarse nunca”, recuerda Ignacio.

Dos trayectorias deportivas hechas en Rivas

Ignacio Tamayo es triatleta desde hace más de dos décadas y forma parte del club Diablillos de Rivas, con seis pruebas Ironman en su historial. Trabaja como técnico en una empresa química en Arganda. Por su parte, Fernando Cayetano está prejubilado tras una carrera como funcionario del Ayuntamiento de Madrid, y ha estado vinculado a la Agrupación Deportiva Rivas Natación y al club Covibar durante muchos años.

Ambos se conocen desde hace tiempo y han realizado otras travesías juntos, aunque de menor envergadura: desde la isla de Tabarca a Santa Pola, el pantano de El Burguillo en Ávila o los 9 km entre las playas de Alicante y San Juan. “Pero esta ha sido otra liga. Una experiencia que te transforma”, aseguran.

Un ejemplo de superación y orgullo local

Con esta hazaña, Ignacio y Fernando se unen a otros nombres del deporte local ripense que ya han cruzado el estrecho en años anteriores, como María José Rodríguez Largacha, subcampeona del mundo en aguas abiertas en categoría +55, quien lo consiguió en 2024, junto a otros integrantes de la AD Rivas Natación.

El desafío de los Siete Océanos continúa para quienes se animen a seguir explorando límites personales en aguas abiertas. Pero para estos dos deportistas de Rivas, el mar entre Europa y África ya no es solo una línea en el mapa: es una meta alcanzada, un sueño cumplido y un testimonio de que nunca es tarde para lograr lo extraordinario.

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